Descubriendo los encantos de uno de los pueblos blancos de Málaga
Siempre que visitamos Mijas Pueblo solemos tener la sensación de que lo hacemos por primera vez. No sabemos exactamente el porqué de este hecho tan inusual, pero hace que deseemos volver cada cierto tiempo para perdernos por sus calles, plazas y miradores. Antes de adentrarnos en los lugares que, bajo nuestro criterio, tienen mayor relevancia, quisiéramos destacar dos factores que hacen especial esta localidad ubicada en la malagueña Sierra de Mijas.
En primer lugar destacaremos la luz. La provincia de Málaga disfruta de unos 300 días de sol al año. Esta peculiaridad, sumado al blanco impoluto de sus casas, hacen de Mijas Pueblo un enclave extremadamente luminoso. Sin embargo, con la caída de la tarde, el azul del cielo da paso a un tono entre rojizo y anaranjado, ofreciendo un espectáculo digno de presenciar desde sus miradores. La otra cuestión que nos gustaría resaltar es la referida al tiempo. En un mundo donde el estrés y la ansiedad están a la orden del día, es una suerte contar con un lugar donde todo transcurre de forma tranquila y sosegada.
Cada vez que escribimos acerca de un destino nuevo, nos gusta hacerlo de manera sintética y siempre procurando poner el acento en aquellos lugares que creemos pueden suscitar un mayor interés turístico. Tenemos que reconocer que en esta ocasión la selección no ha sido del todo fácil, pues hemos tenido que descartar algunos de ellos para que la publicación no fuera excesivamente larga. Desde aquí hacemos un llamamiento para que todos los que no conozcan Mijas Pueblo lo visitéis, y los que no tengáis esa posibilidad busquéis más información acerca de esta maravillosa población malacitana. De todas formas, tenemos preparada una miniguía que será publicada en unos días.
El primer punto de interés lo vamos a encontrar a escasos metros de la plaza principal. Se trata de la ermita de la Virgen de la Peña, excavada en la roca por un monje de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (Carmelitas) a mediados del siglo XVII. La imagen de la Virgen de la Peña es la encargada de presidir tan singular edificación, al mismo tiempo que ejerce de patrona de Mijas.
Continuando nuestro particular itinerario, que transcurre desde la propia ermita hasta la Iglesia de la Inmaculada Concepción, pronto nos encontraremos con la Plaza de la Constitución, que, a pesar de sus reducidas dimensiones, todo en ella es encanto. La fuente que forma parte de la misma se construyó con las piedras que fueron arrastradas por la riada el 2 de noviembre de 1884; un bonito homenaje para recordar a todas esas personas que perecieron en tan funesto acontecimiento. El trazado urbanístico de Mijas Pueblo es de origen árabe, lo que hace que, en ocasiones, podamos perdernos por sus calles. A priori, esto podría suscitar un problema; sin embargo, puede ser una oportunidad de conocer otros lugares que exceden su núcleo urbano.
Tras abandonar lo que podríamos denominar el casco antiguo, nos hallaremos frente a La Muralla, localizada sobre los vestigios de la antigua fortaleza árabe de la Villa de Mijas. El emplazamiento de ésta, nos ofrece la posibilidad de disfrutar de una ruta botánica donde encontraremos más de 140 especies autóctonas con el mar Mediterráneo como telón de fondo.
Para terminar nuestra singular visita, vamos a detenernos en dos de sus edificaciones más representativas: la plaza de toros de Mijas y la Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción.
Construida en 1900, la Plaza de Toros de Mijas ha dejado de acoger las tradicionales corridas, para dar paso a otro tipo de espectáculos relacionados con el flamenco y el mundo del caballo; ambas actividades forman parte del acervo de la cultura española y, más concretamente, de la andaluza. Su singular morfología ovalada la convierte en única, motivo por el cual, aconsejamos visitarla con independencia del posicionamiento que se tenga sobre la tauromaquia.
Muchas son las incógnitas que aún persisten acerca la construcción de la Iglesia Inmaculada Concepción. Algunas fuentes apuntan a que ésta fue erigida sobre la antigua mezquita musulmana. En la actualidad esta hipótesis ha quedado descartada. A ciencia cierta, se sabe que su construcción está fechada en 1631, siendo consagrada en ese mismo año. Su interior dispone de tres naves separada por arcos de medio punto que descansan sobre columnas de mármol y un impresionante artesonado de estilo mudéjar. Una de las paredes exteriores terminó adosándose a la famosa Torre de la Vela. En un principio el torreón fue concebido para vigilar las posibles incursiones por parte de los enemigos procedente del norte de África. Con el tiempo se le terminaría otorgando una actividad más noble como es la de campanario de la iglesia, función que continúa desempeñando en la actualidad.
No podemos terminar la publicación sin mencionar los famosos Burros Taxis. Llegados a este punto quisiéramos hacer una reflexión acerca de esta supuesta atracción turística. Somos conscientes del vínculo que tiene estos équidos con el pueblo, pero pensamos que, igual que se hizo con la plaza de toros, existen otras formas de poner de relieve la importancia que estos animales tuvieron y tienen para la población. Quizás un refugio donde visitarlos, o un centro de interpretación donde se contextualice la unión del burro con la localidad, sean alternativas más saludables para los animales, y más pedagógica para quienes no tengan conocimiento de dicha relación.
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